lunes, 20 de abril de 2009

LET IT BE -o- LIVE AND LET DIE

Esta semana han estado pasando en TV y circulando por Internet un video de una señora inglesa que canta en el programa Britain’s Got Talent, que es como American Idol. Tienen que verlo para entender de lo que voy a hablar. Entra la señora al escenario para su audición, una mujer de 47 años, muy destartalada y no digo nada mas, la cara de los jueces lo dice todo, el publico la abuchea antes de siquiera cantar la primera nota….de repente, sale de la señora la voz mas angelical y hermosa que se pueda uno imaginar…los jueces casi al borde de las lagrimas y el publico la ovaciona de pie. Pueden verlo en youtube, como el video de Susan Boyle.
Cuantas veces no nos ha pasado eso en la vida? Mejor dicho, cuantas veces no hemos hecho algo así? Prejuzgamos a muchos por su apariencia, por su edad, por su etnia, por su religión, por ser flacos, gordos, feos. Los abucheamos antes que canten la primera nota, antes que puedan mostrarnos su interior.
Y el tema es bastante escabroso y alambricado…todos tenemos que aceptar que hemos sido –o seguimos siendo- prejuiciosos, racistas, pura mierda, intolerantes, como le quieran decir, el caso es el mismo: nos cuesta aceptar que alguien sea o piense diferente que nosotros. Y yo creo que es muy pretencioso y altanero creer que yo tengo la razón absoluta, la verdad absoluta, la belleza absoluta, el conocimiento absoluto. Es como cuando se creía que la tierra era el centro del universo y que el sol giraba alrededor de ella. Pobre Copernico, ya vieron que le fue como en feria al demostrar su teoría…
Muchas son las cosas que nos hacen ser cerrados a los demás, que nos impiden ver que en la “variedad esta el gusto”, que cada quien tiene el derecho a ser como quiera, a pensar como quiera, a verse como quiera, a hacer “de su culo un candelero”. Puede ser que nos hayan criado así, o que en la vida hayamos tenido malas experiencias y generalicemos las cosas, o que simplemente no se nos de la regalada gana de ampliar nuestra mente un poquito para acomodar la diversidad que hay frente a nosotros. Lo que si es seguro es esto: no nacemos siendo intolerantes y racistas, esa es una conducta puramente aprendida. O acaso de bebés ya sabíamos diferenciar razas, colores, estatus, fealdad o belleza???
Ahora bien, hay dos lados de esta historia… si uno es el que es “juzgado” por ser diferente, por ser negro, amarillo, verde, comunista, anti-comunista, gay, transexual, transgenero, gordo, flaco, alto, bajo, hombre, mujer o quimera, les digo algo: llenémonos de paciencia, pues siempre va a haber alguien que nos critique por algo…tengo que aprender a ser lo suficientemente segura y madura para que me pele el huevo lo que digan o piensen los demás de mi. Y es muy difícil no dejarse enredar en ese juego.
Lo que me ha ayudado a mi es partir de la noción que todos los humanos somos iguales, que aquí y en África o en la Cochinchina todos tenemos sangre en las venas; que desde Perico de los Palotes hasta la pinche Reina Isabel todos tenemos que cagar; que si nos duele algo lloramos y si nos gusta nos reímos. José me contaba el otro día de una compañera coreana que hay en su clase y que varios de ellos (no me extrañaría que el también) se burlaban de la comida que llevaba y le conteste que si el se iba a Corea, lo iban a tachar de chapín comemierda para arriba, que se iban a burlar de su pan con frijoles y su tortilla con queso…
Deberíamos caminar en los zapatos de las personas antes de juzgarlas. Si no he vivido lo mismo que alguien no puedo –ni debo- juzgar.
Debemos tratar de entender su “background” para poder decir: aaahhh con razón, así es la cosa!!!
Sobre todo aceptar que la gente tiene el derecho innato a ser diferente a mi.
Si puedo quitarme esa cubierta de los ojos, si puedo dejar de ser egocentrista, podré ver los atributos de cada persona, lo que su ser interior vale.
Si soy un poco humilde, me daré cuenta que de todas las personas puedo aprender algo, ya sea positivo o negativo.
Aprender a ser segura y madura para darle su justo valor a las opiniones de los demás (no me voy a cortar las venas, ni a rasgar las vestiduras porque alguien piense que soy fea o gorda, por ejemplo). Hasta en eso tengo que ser tolerante: la gente tiene harto derecho a opinar, pero yo igual tengo el derecho a no compartir su opinión.
No hay nada mas bonito que abrir mente y corazón y dejarse sorprender por las personas, recibir de ellas algo inesperado, algo nuevo…ya sean actitudes, conocimientos o pensamientos que nos vengan a refrescar la vida, a movernos el tapete, a enseñarnos que hay otras formas de pensar, de ser y de actuar.